viernes, 4 de agosto de 2017

Cuento.

                                                                                   Para Sandra, por su cariño hacia mi, y por aguantarme.                                                                                                         
                                                                                                                             
                                                                                                             
                                                                                                             
Ella se llama Andrea, la conocí en la escuela hace veinte años, era muy guapa, solía traer el cabello suelto, largo, hasta la cintura, no usaba maquillaje, su piel blanca contrastaba con la mía un poco más oscura, delgada, ojos claros, nariz delgada. Acostumbraba utilizar un morral para guardar sus cuadernos hecho en Guatemala, quetzales en color azul bordados a mano. Usaba jeans, blusas bordadas también a mano.
Vivía sola en un pequeño apartamento muy cerca de la escuela, era una chica solitaria, con muy pocos amigos. No sé la razón por la que ella se fijo en mi, no soy nada atractivo, piel morena, de estatura mediana, delgado; mas aún, creo que soy bastante ordinario, pero así fue, yo no cuestione nunca a Andrea, solo la amé, y hasta ahora la sigo recordando a pesar de que ya pasaron muchos años de no saber de ella.
 El salón de clase era muy pequeño, el techo alto, cielo raso, era una escuela adaptada, en otro tiempo fue una casona de principios del siglo veinte, ventanales altos, la herrería trabajada a mano, molduras en el techo, el patio tenia un jardín, en el centro había una fuente, en la orilla, casi pegados a la barda de la casa había dos fresnos gigantescos, frondosos, en ocasiones las clase se daba en ese pequeño espacio. La escuela estaba ubicada en el antiguo barrio de Tlacopac. Solo éramos quince alumnos en la escuela, trece eran niñas y solo había dos hombres. Andrea era, supongo que lo sigue siendo, muy bonita, desde la primera vez que la vi me atrajo mucho aunque yo no me atrevía a acercarme a ella, siempre he sido muy retraído, y me costo un poco de tiempo poder sacudirme el miedo para dirigirle la palabra. La oportunidad se dio una ocasión en que la encontré a dos cuadras de la escuela, ella iba con otra compañera, sobre el callejón empedrado, angosto, les di alcance, las salude, y ella al sentir mi presencia y no reconocer mi voz, volteo y estiro el brazo con tanta fuerza que me alcanzo a dar con él en mi pecho, yo caí al piso, al darse cuenta que se trataba de mi, la sangre le ruborizo la cara, se agachó y me pregunto que si me sentía bien, me ofreció disculpas, yo me encontraba algo aturdido por el golpe. Ella me ayudo a incorporarme, me tomo del brazo, y al vernos comenzamos a reírnos, yo sentía que el corazón se me saldría del pecho y se iría a alguna coladera o debajo de alguno de los autos que se encontraban estacionados sobre la calle. Así fue la forma en la que nos conocimos aquella tarde de Julio de mil novecientos noventa.
Pasaron algunos días y solo la veía en el salón de clase, aunque siempre me dirigía una mirada furtiva, quizá para ella no representaba nada, solo era eso, una mirada; pero para mi era una mirada que me atrapaba y me hacia sentir un frío en la espina dorsal que me sacudía todo el cuerpo. Ese día, era como cualquier otro, me levante, me bañe, desayune, lave mis dientes y me fui a trabajar, Yo era muy distraído y no le daba importancia a las fechas, no me acordé que ese día yo cumplía años, mi trabajo estaba en el pueblo de San Jerónimo, mas al sur de la ciudad.Era un pequeño negocio de una familia adinerada. Al terminar mi jornada laboral me dirigí a la escuela, ya era tarde, así que tuve que correr, y al entrar al salón de clase, -creo que fui el último en hacerlo-, mis compañeros se levantaron y uno a uno me abrazaron y me desearon un feliz cumpleaños, yo me quedé perplejo por semejante acción, no sabía que hacer ni que decir, detrás de mi estaba Andrea con un pastel, me lo dio y después me abrazó y me dio un beso en la mejilla. Me dijo que ella organizo el festejo, que no olvido el dia de mi cumpleaños, desde el primer dia que comenzaron las clases, la profesora nos pidió que uno a uno nos presentaramos diciendo nuestro nombre, nuestra fecha de nacimiento y algún pasatiempo que nos agradara; ella no olvido el dia de mi cumpleaños desde ese día, mientras yo lo olvide por completo. A la salida de la escuela me esperó y nos fuimos caminando a su casa. Nos detuvimos en el parque, que estaba hecho de montículos en forma de serpiente, en el espacio sin pasto había una fuente con una escultura enorme, misma que no se concluyó nunca, trataron de hacer a una pareja entrelazada por los hombros, todo se quedo en el boceto, parecían estar hechos de plastilina, sin rostro, dos cuerpos amorfos. Nos sentamos en el césped, era un día bastante soleado, a pesar de ser tiempo de lluvia, había mucha humedad, el calor era intenso, los árboles eran muy pequeñitos y no daban sombra alguna. No había viento, los rayos del sol caían de lleno sobre el rostro de Andrea. Platicamos sobre los proyectos que tenia cada uno, el futuro era promisorio para los dos, se veía muy lejano aún; yo me tire en el césped mirando al sol que caía en el horizonte, apreciaba la silueta de ella a contraluz. Ella miraba también el ocaso, de vez en vez volteaba hacia la avenida llena de autos, miraba sin ver a ningún lado. Me gustaron sus ojos, eran de un color ámbar, en sus pupilas se reflejaba el sol y el cielo, yo me reflejaba en ellas. Me dio la impresión que yo le agradaba, no me dijo una sola palabra al respecto pero yo lo supuse, mi suposición no fue errada pues días después al invitarla a salir yo le confesé que me gustaba mucho y su cara se tornó de un color escarlata y sonrió, me tomo la mano y la apretó con fuerza asintiendo que era mutuo el sentimiento. No nos hicimos novios en ese momento, solo comenzamos a salir, nuestras salidas siempre eran a pie, visitamos parques, plazuelas, cafés o pequeños restaurantes, era un privilegio tener lugares así tan cerca de donde vivíamos, San Ángel, Mixcoac, la avenida de los Insurgentes, Coyoacán en ocasiones. Era bueno vivir al sur de la ciudad.

Nuestras citas se realizaban por lo regular en la noche, después de la escuela, iba a su casa, (en ese momento ella vivía sola), la esperaba afuera, en una jardinera que había en la entrada, aunque casi siempre que llegaba era ella la que ya estaba sentada esperándome. Yo le llevaba algún libro continuamente, para leerle un poco, me aprendí algunos pasajes de El nombre de la rosa de Umberto Eco, pequeñas poesías de Jaime Sabines o de Walt Withman. Me encantaba verla, leerle, me sentía feliz de estar a su lado. Algunas noches caminábamos por alrededor de treinta minutos para llegar a un café para noctámbulos, como nosotros, era un lugar muy íntimo, luces tenues en las mesas, música que se escuchaba a lo bajo, reinaba en el lugar el humo de los cigarrillos, el sonido de botellas y vasos, risas y palabras se fundían en un sonido plano, era como si fuese parte de la misma canción, del mismo disco que sonaba, era trova por lo regular lo que pedía la gente ahí reunida, Silvio Rodríguez, Joan Manuel Serrat, Pablo Milanés, Leon Gieco, Mercedes Sosa y tantos otros, que sería casi imposible de nombrar a todos. Solíamos regresar ya entrada la madrugada, a la una o dos de la mañana, la avenida antes llena de autos y ruido ahora lucia vacía y en silencio. Después de acompañar a Andrea a su casa, y de no querer dejarla, me iba entre las sombras y la oscuridad a mi casa, en completo silencio, disfrutando la noche y la solitaria calle.
Así transcurrió el tiempo, pasaron casi tres meses, una tarde de Noviembre me decidí a decirle a Andrea lo que sentía por ella, por fortuna no hubo clase ese dia y nos fuimos al parque. Recuerdo que llovió bastante fuerte y no tuvimos oportunidad de guarecernos en sitio alguno; lo que hicimos fue caminar, la lluvia fue intensa pero rápida, no duro mas de veinte minutos el aguacero, suficientes para terminar completamente mojados, la ropa pegada a nuestros cuerpos húmedos. Salió de nuevo el sol.  Yo no sabía como confesarle mi amor, sentia pena, era como si de repente atravesara una flecha mi garganta y no podía articular palabra alguna, pasaron más de diez minutos en los que el silencio se hizo incómodo, solo veíamos pasar los autos sobre la avenida; hasta que salio casi un ladrido de mi boca y al fin pude decir algo, ella solo me miro y soltó una carcajada, al fin la abracé y ya cerca de ella le dije al oído que la amaba, sentí que su cuerpo se sacudió levemente, se aparto un poco de mi y me miró a los ojos, en su mirada había ya la respuesta, pero yo quería escucharla, no llego, solo acerco sus labios a los míos y ya. Fue un sueño, desprender mi alma del cuerpo y flotar, sentir que el tiempo se detenía, los autos se quedaron estáticos, me envolvió un silencio, no había mas nada, solo un extenso espacio alrededor nuestro, un color blanco, infinito, eso fueron sus besos, ese fue mi amor hacia ella.
 Acabe la escuela, y digo acabe porque el curso era de manera individual, esto quiere decir, que si teníamos clase, pero era solo de orientación, cada uno debía estudiar en su casa y aplicar los exámenes correspondientes al semestre que estuvieras cursando.
 La profesora me dio el resultado del último examen que presenté, me dijo que ya era todo para mi, me felicitó, y todos en el salón lo hicieron, me sentía bien. Al salir Andrea me dijo que estaba contenta por el resultado del examen, que sabía que lograría algo muy bueno en el futuro, que era muy inteligente. Llegamos hasta la puerta de su casa, nos abrazamos, fue un abrazo prolongado, de esos que uno no quisiera que terminaran. Le di un beso y nos despedimos; creí que era una despedida ordinaria, donde al siguiente dia nos volveriamos a ver, donde todo estaría bien. No fue así; ya no la volví a ver, nunca nos dijimos nada, la relación iba perfecta, solo desaparecimos uno del otro. No hicimos nada por buscarnos. No hubo tristeza, ni lágrimas, ni desolación, solo pasaron las cosas.
 El tiempo transcurrió lento, continúe mi vida de manera ordinaria, trabajo, estudio, los amigos. Me dediqué mas tiempo a la composición de música, conocí a algunas personas que me invitaron a sus proyectos, fue bueno ese tiempo, después de algunos meses de ensayos al fin comenzamos a girar en locales pequeños en las periferias de la ciudad, comencé a beber mucho, el cuarto de ensayos era muy pequeño solo cambiamos los cuatro integrantes y el equipo, no quedaba espacio para nada más, además esté se había tapizado de losetas de corcho para evitar el ruido hacia el exterior, muchas veces los vecinos ya se habían quejado de el ruido que producía nuestra música. Así que el calor se encerraba en ese pequeño espacio y tomabamos mucha cerveza, después de terminar el ensayo también terminabamos muy borrachos. Lo mismo pasaba antes y después de terminar una presentación, aunque ahí no solo era cerveza, los organizadores nos ofrecían de la bebida que quisiéramos. Hubo un momento en que ya no importaba el día, el asunto era "divertirse".
 Pasaron casi dos años, tome conciencia de lo que estaba haciendo y me salí de la banda, preferí de nuevo la soledad, durante ese tiempo no tuve relación con nadie, así que me dedique a escribir un poco, a desintoxicarme, me puse a hacer ejercicio, a salir en bicicleta. En el trabajo conocí a una chica, (el trabajo nunca lo deje a pesar de mi afición al alcohol, siempre estuve ahí.) y comencé a salir con ella. Vivía en el centro de la ciudad, me llevaba muy bien con ella. Me gustaban sus ojos, (mi fijación) eramos buenos amigos.
 Una noche después de haber acompañado a mi amiga a su casa, me regrese en metro, porque era mas rápido y seguro, pero no lo fue esa noche. Comenzó a llover y el tren se empezó a detener por tiempos largos en cada estación; al llegar a la estación del metro Cuauhtémoc subió Andrea, tuvieron que pasar más de dos años para que volviera a verla, me puse muy nervioso, no sabía que hacer, mis manos comenzaron a sacudirse de una manera violenta, esos espasmos eran muy parecidos a los que tuve cuando la conocí, no podía articular una palabra, era horrible la sensación que me estaba pasando. Ella no me habia visto aún, tenia la mirada fija en el exterior del tren, solo veía pasar a la gente que iba y venía sobre los pasillos del metro, gente empapada en agua. Me decidí a acercarme a ella pero al hacerlo pensé que quizá ella me había olvidado por completo y que tal vez ya no me recordaría, o si lo hiciera quizá me ignorara o me golpearia de nueva cuenta, como lo hizo la primera vez que me acerque a ella.  Respire con profundidad, y le llame por su nombre, no me hizo caso o no me escucho, pensé en dar por perdido el momento, hice un segundo intento, esta vez si me escuchó, volteo, me miró a los ojos, los de ella se llenaron de lágrimas, no dijo palabra alguna solo me abrazó, puso su rostro sobre mi pecho yo le correspondi acariciando su cabello. Deje pasar unos minutos en completo silencio hasta que ella levanto su cara, me miró nuevamente, esta vez sonrió y rozó mi mejilla,
-eres un imbécil-, me dijo,
-porqué te fuiste así, sin siquiera despedirte de mi?
-quedé como una completa tonta esperando tu llamada o tu visita a mi casa, o a la escuela, porqué no lo hiciste? termino
-Porqué creí que las cosas habían terminado entre los dos, no me buscaste tu tampoco, así que di por hecho que la relación había concluido- le dije;
-más no deje de pensar en ti todo este tiempo.
Andrea se acaricio el cabello y dijo:
-Yo no supe que pensar en un principio, solo me quede atrapada en el limbo, fue chistoso porqué estando ahí no sentía nada, ni pena, ni tristeza, ni dolor; tampoco escuchaba ningún ruido, las voces que había en mi entorno se fueron desvaneciendo lentamente hasta hacerse un silencio total.
-Después de un tiempo comenzaron a pasar imágenes en mi cabeza, eran imágenes en blanco y negro a veces, y otras eran borrosas, escenas de los ratos que pase a tu lado, poco a poco esas escenas se fueron llenando de ruido hasta casi reventar mis oídos.
-No lo sé,
continuo, mientras buscaba un prendedor para sujetar su cabello dentro del bolso.
-fueron como tres meses en los que no supe que era lo que pasaba a mi alrededor, era un zombie literalmente, no comía, no dormía bien, me salí de la escuela.
-Mi casa estaba patas arriba.
-Fui retomando mi vida poco a poco,
me decía,
yo solo la miraba, era mas bella aun que cuando era mi novia.
-no sin la ayuda de mis padres, al darse cuenta que no respondía las llamadas, vinieron a buscarme y me hallaron mal.
-Me llevaron de regreso a su casa. Pasé un mes en Oaxaca, estar allá me hizo bien, redescubrí mis orígenes, no había día en que no fuera al arroyo a mojarme los pies y a contemplar el continuo e incesante fluir del agua, escuchar su melodía, el rumor del viento golpeando las copas los árboles. Era mágico ver el paisaje a mi alrededor, me ayudo bastante estar ahí ese tiempo. al fin me pregunto
- y tu que hiciste en este tiempo?
- yo también me quede sin saber que hacer en un principio, después trate de retomar mi vida, fui a otra escuela, conocí a un par de personas que querían formar una banda, me uní a ellos, comenzamos a componer algunas melodías, a ensayar en casa de uno de ellos, empezamos a tocar en algunos lugares, nos fue bien, conocimos a muchas más bandas, a personas que se dedicaban a buscar talento entre las bandas de rock, algunas bandas si lograron firmar con unas disqueras, este era un buen tiempo.
-Creo que me estoy desviando un poco de mi persona, disculpa.
- le dije.
-Bueno, a grosso modo fue lo que hice en estos dos años que no supe de ti.
La lluvia afuera había cesado, el tren seguía sin moverse un centímetro, ya pasaban de las diez de la noche, era domingo, al dia siguiente tenía que trabajar, ya me sentia cansado asi que me atrevi a decirle a Andrea que si no sería mejor irnos por la superficie, que no se veía para cuando avanzara el tren. Ella accedió a mi idea así que nos salimos, afuera ya no había tráfico, se notaban las calles vacías, en el piso se reflejaban las luces de los autos, había encharcamientos sobre la avenida Chapultepec, caminamos un poco para llegar a la parada de autobús, reinaba solo el ruido de los motores y el sonido del agua bajo las ruedas de los mismos.
No tardo en pasar el autobús lo abordamos, creo que era la primera vez que subíamos juntos al transporte público, no recordaba otra ocasión que lo hayamos hecho.
Las personas en el autobús parecían fantasmas, sus siluetas se reflejaban a contraluz desde adentro, nadie hablaba, el ruido del motor invadía el interior del transporte, todo mundo iba ensimismado, pensando quizá en mañana.
Nosotros platicamos cientos de cosas más, pusimos al corriente nuestras vidas, hasta llegar a la pregunta que desde hacia rato era inminente, pero que ninguno de los dos se atrevía a decir. Fue ella la que la arrojó primero.
-Has tenido novia en este tiempo?
 me dijo
-no, solo he tenido una amiga, de hecho, ahora mismo vengo de acompañarla a su casa-
dije
-ah, me respondió
-que bien, como es, donde la conociste?
-bueno, la conocí en el trabajo, es mi compañera.
 El autobús avanzó lento, la noche se hizo larga, el tiempo se detuvo a nuestro favor, la lluvia propició este encuentro, comenzaba a creer en la magia de la noche, (de nuevo la noche que me ha encantado), en el destino, me sentía feliz de estar nuevamente a lado de esta chica, hubo un momento que pensé que no sucedería mas esto. El futuro me tenia reservada esta oportunidad y yo la estaba tomando.
Poco a poco el autobús se fue desocupando, de por si casi vacío al abordarlo, al final solo quedamos ella y yo en él, el chofer de vez en vez nos miraba por el espejo retrovisor con su mirada taciturna, era su ultimo viaje de esa noche, quizá también era nuestro último viaje juntos, no lo sabía aún. Bajamos del transporte, había transcurrido casi una hora, eran casi las once de la noche, la calle lucía desierta, era una repetición de nosotros mismos dos años atrás; con los mismos sentimientos?,
que solo esperaban este momento para florecer de nuevo?.
Afuera de su casa un farol con una luz muy débil iluminaba la entrada, no era necesaria la luz para apreciar el rostro de ella, lo tenía grabado en mi mente, en mis manos. No hubo palabras en ese momento, solo un abrazo, un beso y fue todo.
La relación nunca se rompió entre nosotros, solo nos dijimos hasta luego. La vi desaparecer entre la oscuridad al cerrar su puerta.
Yo regrese a mi casa, cansado, sin saber que hacer de nueva cuenta, solo me tire en la cama y el sueño me abrazo.
No la he vuelto a ver desde esa noche; hay ocasiones en que la recuerdo, que será de ella?
Porque no nos dijimos nada?
Será acaso que solo fue un sueño?



Her name is Andrea, I met her at school twenty years ago, she was very handsome, I used to wear loose hair, long, waist-length, did not wear makeup, her white skin contrasted with mine a little darker, thin, clear eyes , thin nose. He used to use a backpack to keep his notebooks made in Guatemala, quetzales in blue embroidered by hand. She wore jeans and embroidered blouses. She lived alone in a small apartment very close to school, she was a lonely girl with very few friends. I do not know why she looked at me, I'm not attractive, brown skin, medium height, thin; I still think that I am quite ordinary, but that's the way it was, I never questioned Andrea, I just loved her, and so far I still remember her even though many years have passed since I did not know about her. The classroom was very small, the ceiling high, ceiling was an adapted school, it was once a mansion from the early twentieth century, high windows, hand-worked blacksmithing, moldings on the ceiling, the yard had a Garden, in the center was a fountain, on the shore, almost glued to the fence of the house were two giant ash trees, lush, sometimes the class was given in that small space. The school was located in the old neighborhood of Tlacopac. Gracias a la Dra Lara, por las platicas que me han ayudado bastante.
Gracias a Mafer por su ayuda.